«Hay cosas que no tienen precio»
Alina Brouwer habla de su producción artística, la música cubana y el exilio.
Alina Brouwer es una artista con una carrera consolidada. Ha estudiado y trabajado mucho; dentro y fuera de la música; dentro y fuera de Cuba… Reside en Estados Unidos, entre Miami y Nueva York, una travesía que cubre rigurosamente semana tras semana. Esta entrevista para CUBAENCUENTRO.com quiere ser una actualización, una suerte de update en la historia de alguien que no cesa de proponerse cosas.
Es casi media noche. Hemos esperado todo el día a que terminaras de grabar para diseñar esta entrevista. Así que ya mejor aprovechas y nos cuentas en qué estabas trabajando.
Estoy grabando un puñado de cancioncitas que he compuesto en los últimos tiempos y que debía haber entregado hace unos meses. Pensaba que terminaría más temprano hoy, pero el proceso de grabar instrumentos acústicos es un tema que hay que cuidar mucho, porque, aunque disponemos de una tecnología maravillosa para hacer montones de cosas, al final, la calidad de una grabación, y el sello de lo que se ha de escuchar, depende de la intuición, el oficio, el oído del ingeniero y de la manera en que se "microfonee" todo.
Comencé a trabajar en estas grabaciones hace unos meses, en Nueva York, pero por circunstancias ajenas a mi tuve que suspender las sesiones. Ahora he tenido la inmensa fortuna de dar con un equipo de personas aquí en Miami, muy creativas y muy jóvenes, que tienen las mentes abiertas a la experimentación; gente con muchísimas ganas de crear y aprender, por lo que la labor de carpintería en el arte de la grabación, que pudiera ser tediosa, se convierte en una fiesta.
La última vez que te vimos en Miami fue en el Red Bar, en Brickell. Ese día te acompañabas de unos músicos que confesaste admirar mucho. ¿Quiénes te han acompañado en las últimas presentaciones?
En la peña en el Red Bar contaba casi siempre con Reinier Guerra, en la batería, y el bajista Armando Gola, los dos talentosísimos. Hacíamos lo que nos daba la gana, musicalmente hablando, un triíto peligroso, y nos divertimos muchísimo. Últimamente, como he estado en Nueva York, una ciudad en la que confluyen músicos de muy diversos backgrounds y países, las exploraciones y las sesiones en vivo son una alegría absoluta, por esa misma característica.
Te puedo contar, por ejemplo, que ha estado trabajando conmigo el jovencísimo y extraordinario Rashaan Carter, bajista afroamericano, quien toca ahora con Wallace Roney; en unos guisos recientes, hube de invitar a las live sessions a la rapera afroamericana Zakeeyah y a un bailarín de tap. Imagínate tú, una rapera americana, haciendo de las suyas arriba de una mezcla de jazz y guaguancó, y al tap dancer, bailando sobre los ritmos cubanos, y un público entregado y eufórico.
Me gusta sorprender a mis seguidores y a quienes se decidan a ir a verme; por ejemplo, otro músico que me visita cuando está en la ciudad y se sienta para algunos sets, es el veterano e inmenso Lou Soloff, trompetista de la banda The Mingus Legacy, quien fuera además el arreglista y compositor de temas de la legendaria banda Blood Sweat and Tears. El que músicos de esa talla traigan sus instrumentos para tocar conmigo, es un regalo que va más allá de la racionalidad. No me puedo quejar, esa es la verdad.
Decíamos que viajabas constantemente entre Miami y Nueva York. Fines de semana abajo, el resto arriba. ¿Cómo te organizas? ¿De qué forma combinas las dos estaciones?
No viajo constantemente, pero la exploración y las ganas de crecer me llevan a diversas ciudades. He estado un tiempo con base en Nueva York, ahora y en estos meses que siguen, y como resultado de las grabaciones que estoy haciendo en Miami, voy a estar por aquí con regularidad. No es menos cierto que Miami se ha convertido también en una referencia importante, al menos para mí, por la realidad de que mi público natural fuera de la Isla tiene base mayoritariamente en esta ciudad.
Te confieso que para nada me es fácil combinar mi vida como músico, pues además, para colmo de colmos, soy pianista, lo cual convierte la labor de hacer la música en un reto. Y, a veces, muchas, diría yo, en un acto de puro heroísmo. Creo que por eso no abundan los pianistas en este mundo, mucho menos los cantantes y pianistas. Definitivamente, es un reto. También el del jazz es un mundo de hombres, y las mujeres somos todavía consideradas cositas menores. Y si encima le ponemos la tapa al pomo con los "sobretonos" de la "política", entonces debería decirte que el asunto es de "apaga y vamos".
Has dicho que insistes en la fusión musical. Es algo que siempre hiciste, por lo que sería bueno saber qué agregaste en los últimos tiempos.
Me hablas de fusión, y puedo ver a mi abuela poniéndome un disco de un compositor australiano tocando el birimbao. He crecido en una familia que respira música por todos lados, en la que las definiciones de género se pierden, porque para todos ellos el concepto antropológico de la música tiene base en la integración de los sonidos, más allá de las fronteras físicas o etimológicas. La fusión, mezclar distintos sonidos, con distintos instrumentos y tener la fortuna de trabajar con músicos de diversos países, es para mí un proceso natural, el resultado de mis vivencias personales.
Entre las recientes promociones de artistas en la Isla, has hablado con entusiasmo de una rapera llamaba Telmary. ¿Qué te gusta de ella? ¿Pudieran trabajar juntas en algún momento?
Cuba tiene una historia musical de miedo, y la cantera de nuevos músicos es inagotable. Me gusta toda la música. Cuando consumo música, escucho lo mismo a un cantante del folclor armenio que a un grupo de timba. Y sí, me gusta muchísimo lo que hace Telmary. Ella tiene una manera de decir muy especial, con un fuerte contenido social y una "guapería" espectacular. Quiero en algún momento hacer algo juntas, a ver qué pasa con eso.
Muchos músicos cubanos han tenido que dar clases para sobrevivir. ¿Lo has hecho tú? ¿Cómo valoras la docencia en el conjunto del trabajo de un músico profesional?
Ciertamente, muchos músicos, y no son sólo cubanos, deben dedicarse a la enseñanza para poder sobrevivir y/o vivir de manera decorosa. Yo vengo de una familia de escritores, científicos, doctores, músicos y compositores que son también maestros, por lo que creo que el poder enseñar es una bendición y un privilegio. Creo que es fundamental pasar a otros lo que se sabe, lo que uno ha aprendido; no solamente como manera de dejar un legado que pueda alimentar nuestros egos, sino también como una responsabilidad: la de preparar a otras personas, incluyendo a las nuevas generaciones. He enseñado y tengo algunos estudiantes, en la medida en que tengo el tiempo, y también para ganar algunos dineritos, por supuesto.
No sé si sabes que tu padre, el maestro Leo Brouwer, ha sido galardonado en Cuba con el Premio Nacional de Cine. La prensa le ha dado gran cobertura. ¿Sabías de este premio?
Recuerdo que en un Festival de Guitarra, a principios de los noventa, y en la noche de clausura, en el Teatro Nacional, le quitaron la luz al teatro y la velada tuvo que ser terminada a oscuras. Mucha gente hablaba de las circunstancias "difíciles" del país, pero, que yo sepa, hay lugares en Cuba donde no se va la luz nunca. Con esto quiero decir que, primero, la electricidad no se va sola, la quitan. Y, segundo, que quitarle la luz a un evento de la magnitud del Festival de la Guitarra, al que asistían artistas invitados que de no ser por mi viejo nunca irían a Cuba, fue muy significativo. Cada cual puede sacar sus propias conclusiones.
Hablando de mi padre y partiendo de esos lazos, puedo solamente añadir mi opinión personal sobre este premio de ahora. Tengo entendido que ese galardón fue instituido por el mismísimo Alfredo Guevara, ¿no? Yo recuerdo que mi padre contaba que cada vez que hacía un viaje a un país "capitalista", había jerarcas y bufones que apostaban a que esta vez "sí se quedaba".
No voy a ahondar sobre las circunstancias actuales, ni sobre las que rodean a mi padre en Cuba. Mucho menos voy a hacer una apología sobre las posiciones políticas que él ha asumido, que han de marcarle de por vida, por ser él quien es. Pero creo que, independientemente de que se merezca muchísimos premios por la importancia de su obra, en este caso se trata de un galardón político y tardío.
Volviendo a la docencia, pero en otro sentido. Trabajos tuyos son estudiados en colegios y academias. Incluso aquí en Estados Unidos. ¿Cómo ha sido tu relación con ese universo pedagógico?
Mi relación con el mundo académico es casi inexistente. Un performing artist o artista que actúa tiene muy poco tiempo para interactuar con el mundo académico. Vivimos en mundos muy diferentes, y los músicos como yo vivimos "hoseando" el próximo guiso. Pero más allá de eso, puedo decirte que las pocas relaciones que han ido floreciendo son absolutamente respetuosas y los reviews sobre mi trabajo son rigurosos. Me valoran de una manera bellísima, lo que de hecho me sorprende, porque me creo una aprendiz de músico.
Hay un CD mío por ahí que está incluido en playlists de bastantes universidades en Estados Unidos, así como también en estaciones radiales alrededor del mundo y en NPR (National Public Radio) y PBS (Public Broadcasting System). Los cubanos que estamos exilados pagamos un precio por esa realidad. No creo que tenga que extenderme mucho en esto, los datos están a la luz: ¿cuántos artistas cubanos que no hayan hecho primero una carrera en la Cuba de Fidel Castro, o en la Cuba pre Fidel Castro, han podido desarrollar sus carreras fuera de la Isla y alcanzar niveles estratosféricos?
Por lo que sé, existe una sola artista que pueda ser puesta en esa categoría: Gloria Estefan. El resto, y lo vemos en premiaciones, etc., o han hecho carreras en la Cuba de hoy, o como Celia Cruz, en la de ayer. El caso del incomparable Bebo Valdés es el mejor ejemplo de esta realidad: salió de Cuba en 1960 y estuvo enterrado en hoteles en Suecia hasta 1994, en el que el productor Nat Chediak se dio a la tarea de grabarlo en Bebo rides again. Muchos artistas dependemos de visionarios como Chediak para que se pueda dar el conjuro.
Una última pregunta. Igual que otros artistas, los músicos que han permanecido en Cuba han logrado ventajas de partida, por aquello de que "el marketing los prefiere dentro". Haciendo un balance, ¿cómo miras tu decisión de partir de la Isla y trabajar fuera?
El día que me fui de mi país definitivamente, o sea el día que hice un análisis consciente y profundo sobre lo que sería mi futuro, no lo hice con el objetivo de hacer una carrera fuera de la Isla, sabía que eso sería una fantasía. Me fui para salvar a mi familia, porque sabía que llegaría el momento en el que me pedirían mi cuota de compromiso político para poder avanzar profesionalmente. Así eché mi suerte.
Ser músico, para mi, más allá de ser reconocida como tal, o valorada por el sacrificio que ello encierra, es un logro extraordinario. Por todas las circunstancias de las que te he hablado a lo largo de esta conversación y por el sabor de pequeños pasos que puedo dar por mí misma y por mi esfuerzo, es delicioso. Hoy día, veo a mis hijos libres y con decoro, y me siento muy contenta en mi piel. Me hubiera gustado que mi familia pudiese disfrutar de vivir en nuestro país. No hay nada más difícil que ser un refugiado, pero hay cosas que no tienen precio. La libertad es una de ellas.
Es casi media noche. Hemos esperado todo el día a que terminaras de grabar para diseñar esta entrevista. Así que ya mejor aprovechas y nos cuentas en qué estabas trabajando.
Estoy grabando un puñado de cancioncitas que he compuesto en los últimos tiempos y que debía haber entregado hace unos meses. Pensaba que terminaría más temprano hoy, pero el proceso de grabar instrumentos acústicos es un tema que hay que cuidar mucho, porque, aunque disponemos de una tecnología maravillosa para hacer montones de cosas, al final, la calidad de una grabación, y el sello de lo que se ha de escuchar, depende de la intuición, el oficio, el oído del ingeniero y de la manera en que se "microfonee" todo.
Comencé a trabajar en estas grabaciones hace unos meses, en Nueva York, pero por circunstancias ajenas a mi tuve que suspender las sesiones. Ahora he tenido la inmensa fortuna de dar con un equipo de personas aquí en Miami, muy creativas y muy jóvenes, que tienen las mentes abiertas a la experimentación; gente con muchísimas ganas de crear y aprender, por lo que la labor de carpintería en el arte de la grabación, que pudiera ser tediosa, se convierte en una fiesta.
La última vez que te vimos en Miami fue en el Red Bar, en Brickell. Ese día te acompañabas de unos músicos que confesaste admirar mucho. ¿Quiénes te han acompañado en las últimas presentaciones?
En la peña en el Red Bar contaba casi siempre con Reinier Guerra, en la batería, y el bajista Armando Gola, los dos talentosísimos. Hacíamos lo que nos daba la gana, musicalmente hablando, un triíto peligroso, y nos divertimos muchísimo. Últimamente, como he estado en Nueva York, una ciudad en la que confluyen músicos de muy diversos backgrounds y países, las exploraciones y las sesiones en vivo son una alegría absoluta, por esa misma característica.
Te puedo contar, por ejemplo, que ha estado trabajando conmigo el jovencísimo y extraordinario Rashaan Carter, bajista afroamericano, quien toca ahora con Wallace Roney; en unos guisos recientes, hube de invitar a las live sessions a la rapera afroamericana Zakeeyah y a un bailarín de tap. Imagínate tú, una rapera americana, haciendo de las suyas arriba de una mezcla de jazz y guaguancó, y al tap dancer, bailando sobre los ritmos cubanos, y un público entregado y eufórico.
Me gusta sorprender a mis seguidores y a quienes se decidan a ir a verme; por ejemplo, otro músico que me visita cuando está en la ciudad y se sienta para algunos sets, es el veterano e inmenso Lou Soloff, trompetista de la banda The Mingus Legacy, quien fuera además el arreglista y compositor de temas de la legendaria banda Blood Sweat and Tears. El que músicos de esa talla traigan sus instrumentos para tocar conmigo, es un regalo que va más allá de la racionalidad. No me puedo quejar, esa es la verdad.
Decíamos que viajabas constantemente entre Miami y Nueva York. Fines de semana abajo, el resto arriba. ¿Cómo te organizas? ¿De qué forma combinas las dos estaciones?
No viajo constantemente, pero la exploración y las ganas de crecer me llevan a diversas ciudades. He estado un tiempo con base en Nueva York, ahora y en estos meses que siguen, y como resultado de las grabaciones que estoy haciendo en Miami, voy a estar por aquí con regularidad. No es menos cierto que Miami se ha convertido también en una referencia importante, al menos para mí, por la realidad de que mi público natural fuera de la Isla tiene base mayoritariamente en esta ciudad.
Te confieso que para nada me es fácil combinar mi vida como músico, pues además, para colmo de colmos, soy pianista, lo cual convierte la labor de hacer la música en un reto. Y, a veces, muchas, diría yo, en un acto de puro heroísmo. Creo que por eso no abundan los pianistas en este mundo, mucho menos los cantantes y pianistas. Definitivamente, es un reto. También el del jazz es un mundo de hombres, y las mujeres somos todavía consideradas cositas menores. Y si encima le ponemos la tapa al pomo con los "sobretonos" de la "política", entonces debería decirte que el asunto es de "apaga y vamos".
Has dicho que insistes en la fusión musical. Es algo que siempre hiciste, por lo que sería bueno saber qué agregaste en los últimos tiempos.
Me hablas de fusión, y puedo ver a mi abuela poniéndome un disco de un compositor australiano tocando el birimbao. He crecido en una familia que respira música por todos lados, en la que las definiciones de género se pierden, porque para todos ellos el concepto antropológico de la música tiene base en la integración de los sonidos, más allá de las fronteras físicas o etimológicas. La fusión, mezclar distintos sonidos, con distintos instrumentos y tener la fortuna de trabajar con músicos de diversos países, es para mí un proceso natural, el resultado de mis vivencias personales.
Entre las recientes promociones de artistas en la Isla, has hablado con entusiasmo de una rapera llamaba Telmary. ¿Qué te gusta de ella? ¿Pudieran trabajar juntas en algún momento?
Cuba tiene una historia musical de miedo, y la cantera de nuevos músicos es inagotable. Me gusta toda la música. Cuando consumo música, escucho lo mismo a un cantante del folclor armenio que a un grupo de timba. Y sí, me gusta muchísimo lo que hace Telmary. Ella tiene una manera de decir muy especial, con un fuerte contenido social y una "guapería" espectacular. Quiero en algún momento hacer algo juntas, a ver qué pasa con eso.
Muchos músicos cubanos han tenido que dar clases para sobrevivir. ¿Lo has hecho tú? ¿Cómo valoras la docencia en el conjunto del trabajo de un músico profesional?
Ciertamente, muchos músicos, y no son sólo cubanos, deben dedicarse a la enseñanza para poder sobrevivir y/o vivir de manera decorosa. Yo vengo de una familia de escritores, científicos, doctores, músicos y compositores que son también maestros, por lo que creo que el poder enseñar es una bendición y un privilegio. Creo que es fundamental pasar a otros lo que se sabe, lo que uno ha aprendido; no solamente como manera de dejar un legado que pueda alimentar nuestros egos, sino también como una responsabilidad: la de preparar a otras personas, incluyendo a las nuevas generaciones. He enseñado y tengo algunos estudiantes, en la medida en que tengo el tiempo, y también para ganar algunos dineritos, por supuesto.
No sé si sabes que tu padre, el maestro Leo Brouwer, ha sido galardonado en Cuba con el Premio Nacional de Cine. La prensa le ha dado gran cobertura. ¿Sabías de este premio?
Recuerdo que en un Festival de Guitarra, a principios de los noventa, y en la noche de clausura, en el Teatro Nacional, le quitaron la luz al teatro y la velada tuvo que ser terminada a oscuras. Mucha gente hablaba de las circunstancias "difíciles" del país, pero, que yo sepa, hay lugares en Cuba donde no se va la luz nunca. Con esto quiero decir que, primero, la electricidad no se va sola, la quitan. Y, segundo, que quitarle la luz a un evento de la magnitud del Festival de la Guitarra, al que asistían artistas invitados que de no ser por mi viejo nunca irían a Cuba, fue muy significativo. Cada cual puede sacar sus propias conclusiones.
Hablando de mi padre y partiendo de esos lazos, puedo solamente añadir mi opinión personal sobre este premio de ahora. Tengo entendido que ese galardón fue instituido por el mismísimo Alfredo Guevara, ¿no? Yo recuerdo que mi padre contaba que cada vez que hacía un viaje a un país "capitalista", había jerarcas y bufones que apostaban a que esta vez "sí se quedaba".
No voy a ahondar sobre las circunstancias actuales, ni sobre las que rodean a mi padre en Cuba. Mucho menos voy a hacer una apología sobre las posiciones políticas que él ha asumido, que han de marcarle de por vida, por ser él quien es. Pero creo que, independientemente de que se merezca muchísimos premios por la importancia de su obra, en este caso se trata de un galardón político y tardío.
Volviendo a la docencia, pero en otro sentido. Trabajos tuyos son estudiados en colegios y academias. Incluso aquí en Estados Unidos. ¿Cómo ha sido tu relación con ese universo pedagógico?
Mi relación con el mundo académico es casi inexistente. Un performing artist o artista que actúa tiene muy poco tiempo para interactuar con el mundo académico. Vivimos en mundos muy diferentes, y los músicos como yo vivimos "hoseando" el próximo guiso. Pero más allá de eso, puedo decirte que las pocas relaciones que han ido floreciendo son absolutamente respetuosas y los reviews sobre mi trabajo son rigurosos. Me valoran de una manera bellísima, lo que de hecho me sorprende, porque me creo una aprendiz de músico.
Hay un CD mío por ahí que está incluido en playlists de bastantes universidades en Estados Unidos, así como también en estaciones radiales alrededor del mundo y en NPR (National Public Radio) y PBS (Public Broadcasting System). Los cubanos que estamos exilados pagamos un precio por esa realidad. No creo que tenga que extenderme mucho en esto, los datos están a la luz: ¿cuántos artistas cubanos que no hayan hecho primero una carrera en la Cuba de Fidel Castro, o en la Cuba pre Fidel Castro, han podido desarrollar sus carreras fuera de la Isla y alcanzar niveles estratosféricos?
Por lo que sé, existe una sola artista que pueda ser puesta en esa categoría: Gloria Estefan. El resto, y lo vemos en premiaciones, etc., o han hecho carreras en la Cuba de hoy, o como Celia Cruz, en la de ayer. El caso del incomparable Bebo Valdés es el mejor ejemplo de esta realidad: salió de Cuba en 1960 y estuvo enterrado en hoteles en Suecia hasta 1994, en el que el productor Nat Chediak se dio a la tarea de grabarlo en Bebo rides again. Muchos artistas dependemos de visionarios como Chediak para que se pueda dar el conjuro.
Una última pregunta. Igual que otros artistas, los músicos que han permanecido en Cuba han logrado ventajas de partida, por aquello de que "el marketing los prefiere dentro". Haciendo un balance, ¿cómo miras tu decisión de partir de la Isla y trabajar fuera?
El día que me fui de mi país definitivamente, o sea el día que hice un análisis consciente y profundo sobre lo que sería mi futuro, no lo hice con el objetivo de hacer una carrera fuera de la Isla, sabía que eso sería una fantasía. Me fui para salvar a mi familia, porque sabía que llegaría el momento en el que me pedirían mi cuota de compromiso político para poder avanzar profesionalmente. Así eché mi suerte.
Ser músico, para mi, más allá de ser reconocida como tal, o valorada por el sacrificio que ello encierra, es un logro extraordinario. Por todas las circunstancias de las que te he hablado a lo largo de esta conversación y por el sabor de pequeños pasos que puedo dar por mí misma y por mi esfuerzo, es delicioso. Hoy día, veo a mis hijos libres y con decoro, y me siento muy contenta en mi piel. Me hubiera gustado que mi familia pudiese disfrutar de vivir en nuestro país. No hay nada más difícil que ser un refugiado, pero hay cosas que no tienen precio. La libertad es una de ellas.
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